miércoles, 14 de enero de 2009

Recta de Guayubín en la cabeza del umpire

El domingo 22 de julio de 1951 en el octavo episodio de un partido que escenificaron en el viejo estadio de San Pedro de Macorís los visitantes Tigres del Licey contra los anfitriones Estrellas Orientales.
Olivo era el lanzador del Licey en esa octava entrada de un maratónico choque que finalmente fue detenido por oscuridad en el noveno acto, con el score igualado a 13 anotaciones.
Por los orientales bateaba el también lanzador Canín Zabala al cual Guayubín le hizo un pitcheo bien cerca de la zona de strikes que de haberlo cantado el árbitro de ese encuentro, el señor Billy Thompson, Zabala se hubiera ponchado.
Pero no fue así, Thompson consideró que el pitcheo fue bola y eso desató la ira de Olivo que profirió palabras incorrectas al árbitro que lo expulso del juego.
Como repuesta a la expulsión, Guayubín lanzó una recta a la cabeza de Thompson que impactó fuertemente en su rostro enviándolo al suelo.
Los bancos de ambos equipos se volcaron al terreno y se creó la confusión en el estadio, los fanáticos, como era común en esos tiempos, se tiraron al escenario de juego.
La Policía Nacional intervino para aplacar los ánimos y luego de imponer la calma se llevó a Olivo en calidad de detenido mientras Billy Thompson era atendido por un médico.
Por su lado, casi de inmediato, la gerencia del Licey conjunto al que perteneció siempre Olivo en este béisbol, anunció que había decidido suspender a su estelar pitcher con dos semanas sin disfrute de sueldo.
Pero además de la suspensión de los azules la Comisión Nacional de Béisbol que dirigía el doctor Rodolfo Bonetti Burgos lo expulsó del campeonato.
La reacción del Licey no se hizo esperar ante la posibilidad de quedarse sin su pitcher estelar, un hombre de gran importancia en los primeros años pues sólo se jugaba los fines de semana y anunciaron su retiro de la justa.
El 23 de julio de 1951 en una carta que se publicó en El Caribe, Guayubín Olivo pidió excusas pública y formalmente al árbitro Billy Thompson inclinando de esa manera a su favor la balanza de la opinion publica nacional
Entre otras cosas, Olivo dijo en la extensa misiva: “quienes conocen mi carácter y conducta, comprenderán que lo sucedido no tiene más explicación que la de una incontenible explosión emocional debido a la tensión nerviosa a que estuve sometido en dicho juego”.
En el último párrafo de la carta se despidió dirigiendo estas palabras al árbitro Thompson: “en el terreno del honor, en el deportivo y en aquel donde reine la palabra de los hombres honrados, le ruego aceptar las presentes excusas y creer en mi absoluta sinceridad”.
Para Olivo la situación no terminó ahí, pues el juez Moscoso Cárdena de la primera circunscripción, lo condenó a las 10 de la mañana del 31 de julio de 1951 al pago de 30 pesos de multas, compensables con un día de cárcel por cada peso que dejara de pagar.

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