domingo, 13 de diciembre de 2009

A puros forfaits

La temporada de 1991-92 dejó un sabor amargo a los jugadores y seguidores de los Tigres del Licey, pues en esa campaña estuvieron cerca de repetir la corona de campeones lograda en la estación anterior, pero todo se les derrumbó en un santiamén.
En efecto, los felinos con un conjunto dirigido por el cubano Leo Posada, habían terminado en el tercer lugar de una reñida serie regular con marca de 23-25 a tres juegos de los equipos del Este (Estrellas y Toros) que tuvieron igual récord de 26-22.
A esos equipos se sumaron los Leones del Escogido para celebrar un Todos contra Todos que presentó a un Licey jugando mejor que en la serie regular, como lo demuestran sus seis ganados y cinco perdidos al producirse los hechos que contaremos y que propiciaron la debacle azul.
El viernes 17 de enero y con una gran actuación del zurdo Pedro Martínez Aquino, los Toros se colocaron a un out de blanquear 4-0 al Licey.
El jardinero José Rafael González se constituyó en la última esperanza azul al agotar su turno al bate y pegó un rodado cerca del home que atrapó el receptor Tim Spehr y tiró a primera para hacer el tercer out del episodio y ultimo del juego.
El bateador de los Tigres se había quedado prácticamente parado, al considerar que su batazo estaba en zona foul pero el árbitro principal, el norteamericano Matew, consideró lo contrario y cantó el out.
Esto provocó una fuerte protesta por parte de J. R. que fue de inmediato respaldado por Posada, el cual salió de la cueva azul a encabezar la discusión.
Fue una discusión fuerte y luego del partido el árbitro entregó un informe a la Liga donde acusó al dirigente de los felinos de empujarlo con sus brazos mientras discutían.
Por su lado, tanto Leo Posada como J. R. González dijeron que el árbitro norteamericano los había ofendido con palabras obscenas y alusivas a sus respectivas progenitoras.
El presidente de la Liga, doctor Leonardo Matos Berrido, conoció el caso y luego de ver el video de la jugada y leer el informe de Matew suspendió al capataz azul con 10 juegos y cinco mil pesos de multa y a J. R con un juego y mil quinientos pesos de multa.
Previamente el doctor Matos Berrido había emitido una decisión suspendiendo a Posada y a González hasta tanto se produjera una investigación del caso lo cual fue revocado al día siguiente, sábado 18 por la sanción explicada anteriormente y que oficialmente fue conocida por el Licey el domingo 19 en horas de la mañana.
Posada dirigió el sábado 18 y J.R González jugó en un choque que estuvo bajo protesta por los Orientales que fueron los ganadores del mismo en el Quisqueya 3-2.
La suspensión de La Liga entró en vigencia el domingo 19 pero tanto Posada como J. R González la apelaron ante la oficina del Comisionado Nacional de Béisbol, periodista Rubén de Lara, que la redujo a tres mil pesos la del capataz y ahí se abrió “la caja de Pandora”.
El doctor Matos Berrido no reconoció la decisión del Comisionado de Béisbol Rubén de Lara alegando que en la Liga existe un reglamento interno que prohíbe a los directivos de equipos apelar ante el Comisionado so pena de ser sancionados.
El Licey, por su lado, alegó que ese reglamento interno de la Liga establece claramente que ningún directivo puede apelar una decisión de esta ante el Comisionado, pero no establece nada respecto a los jugadores y managers de los equipos.
Del mismo modo, los felinos explicaron que en virtud del decreto presidencial 130 y sus artículos, uno, tres, 19 y 20, el Comisionado está facultado como “única instancia” a decidir en un caso como el del capataz azul.
Las declaraciones del Licey consiguieron adeptos, como fue el caso de la Federación Dominicana de Peloteros Profesionales, (FENAPEPRO) dirigida por el ex Grandes Ligas Dámaso García y el abogado de la misma el doctor Chito Asmar Sánchez.
Explicó Asmar Sánchez que el Licey había actuado correctamente, pues a su modo de ver las cosas el Comisionado tenía potestad para objetar las decisiones del presidente de la Liga.
Afirmó también que debido a que las sanciones fueron impuestas en una serie semifinal fueron exageradas e injustas.
En el mismo orden se expresó el entonces secretario de Deportes, licenciado Cristóbal Marte, que defendió la autoridad del Comisionado de Béisbol.
Ante todo eso el doctor Matos Berrido no varió su decisión, mientras el presidente de los Tigres, ingeniero Monchín Pichardo, mantuvo al capataz cubano al frente del conjunto apegado a la decisión del Comisionado.
El 22 de enero de ese año estaba pautado en el estadio Quisqueya un partido entre Estrellas y Licey que compartían la cima del Todos contra Todos con igual récord de siete éxitos y seis fracasos.
A la hora de entregar las alineaciones, Teodoro Martínez, coach de tercera del conjunto azul, se presentó antes el árbitro principal el norteamericano Daryl Mason el cual se negó a recibirla porque en la misma Posada aparecía como manager del Licey.
Ante la negativa de Mason, el dirigente azul se dirigió al terreno de juego para pedir una explicación, al tiempo que le mostraba una copia de la resolución evacuada por el Comisionado Rubén de Lara.
Como repuesta el árbitro Daryl Mason les dijo que él estaba bajo contrato de la Liga y eran sólo las disposiciones emanadas de éstas las que acataba, por lo que dio a Posada 10 minutos para retirarse del terreno de juego y en caso de no hacerlo cantaría un forfeit contra los azules.
Luego de pasar los 10 minutos, Mason procedió a cantar el forfeit otorgándole juego ganado a los Orientales que así se quedaron solos con el primer lugar. Luego de esto, al ser entrevistado en su asiento de los palcos bajos el presidente del Licey, Monchín Pichardo dijo lo siguiente: “Hay que respetar la decisión del Comisionado, que sigan cantando forfeit”.
Este primer forfeit fue rechazado por los seguidores del béisbol en el país y al día siguiente la mayoría de diarios titularon con la situación o impasse que se había originado entre Licey, Liga, Comisionado.
Por su parte los presidentes de los equipos Escogido y Estrellas, ingeniero Daniel Aquino Méndez y doctor Manuel –Teté- Antún opinaron por separado que el presidente del Licey había irrespetado a la fanaticada dominicana.
Sin embargo el secretario de Deportes licenciado Cristóbal Marte, tratando de mantener el apoyo a la decisión del Comisionado Rubén de Lara, amenazó con cerrar todos los estadios propiedad del Estado si no se llegaba a un acuerdo.
Ante esa amenaza de Marte, tanto el doctor Matos Berrido como los presidentes de Escogido y Estrellas hicieron caso omiso y el Licey perdió en el Quisqueya el segundo juego del Todos vs. Todos por forfeit esta vez frente al Escogido.
Luego de ese segundo forfeit, donde igual que en el primero, se les dio 10 minutos a Posada para retirarse del terreno, Cristóbal Marte que había tenido éxito en una huelga de peloteros que se originó en la estación anterior, dijo tener la solución del problema.
Pero esa solución era la misma postura de apoyo al Comisionado Rubén de Lara y explicaba que antes que nada y para solucionar el problema debían eliminar el tercer párrafo del artículo 54 del reglamento interno de la Liga y luego de eso anular los forfeits y ordenar la celebración de dobles juegos y todo normal.
De nuevo fue rechazada la propuesta de Marte. El 24 de enero y también en el estadio Quisqueya, pero esta vez a favor de los Azucareros del Este, el árbitro Bob Danklin cantó el tercer forfeit consecutivo contra los azules.
Al siguiente día no hubo nada nuevo, Licey perdió por forfeit su cuarto juego consecutivo en el Quisqueya frente a los Orientales.
El 25 de enero en un juego celebrado en el estadio Francisco Micheli de La Romana, entre los anfitriones Azucareros y los visitantes Estrellas Orientales, la voz comercial de la cadena radial de los Toros, locutor Juan Lugo Villar, anunció que ese sería el último juego que celebraría el equipo en el béisbol organizado del país.
La decisión de los Toros venía motivada por la situación de crisis vivida en el béisbol profesional criollo con el impasse entre la Liga y el Comisionado.
Por cierto, ese día al Licey se le cantó el quinto y último forfeit, esta vez frente a los Leones del Escogido en el mismo escenario del Quisqueya.
Así el Licey quedó eliminado y en cambio Orientales y Leones aseguraron su pase a la ronda final de un torneo cargado de problemas.
Dos días después y quizás con más calma el ingeniero Arturo Gil, máximo líder de los Azucareros declaró: “todavía no hay nada definitivo con relación al retiro, pero es posible que nosotros hayamos jugado nuestro último choque, pero no es definitivo”.
En realidad no lo fue, los Toros todavía están jugando y el asunto está olvidado, pero lo que no han podido olvidar los fanáticos azules fue la cadena de forfeit y lo cerca de lograr un título más de campeón, pero no fue posible debido a cuestión de reglas.