Mi hermano era seguidor del Club Mauricio Báez, yo en cambio era Sancarleño. Cuando Mauricio se retiró, no recuerdo en qué año, él quedó huérfano de afición. Se anunciaba ahora que Mauricio Báez regresaría. Al enterarme llamé a mi hermano para darle la noticia, a lo que me respondió: "No vuelvo más al baloncesto. Ya el Mauricio Báez me dejó abandonado una vez. Quién me dice que no lo hará otra vez. A mi no me cogen de pendejo dos veces". El resultado está ahí. El Palacio de los Deportes vacío año por año es el mejor testigo de lo que es no pensar primero en el fanático y los patrocinadores.
Imagino que así deben de pensar miles de fanáticos, también, por desgracia, así piensan los patrocinadores.
La Liga de Béisbol de República Dominicana debe verse en el espejo de la Major League Baseball, donde una huelga de jugadores auyentó al fanático del play y tuvieron que aparecer Sammy y McGwire para levantar ese muerto (con todo y cronistas de béisbol, aunque ahora ya no quieran votar por ellos para el HOF).
El público y el compromiso con los patrocinadores están por encima de todo. De cualquier decisión, rencilla, desacuerdo, arbitraje, organización.
El béisbol es un espectáculo pagado por estos dos y como espectáculo debe aferrarse a la regla de oro de los artistas: "EL SHOW DEBE CONTINUAR", a lo que yo agregaría... "SIEMPRE".
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