Al igual que los equipos, los estadios y todo lo relacionado con el béisbol, el mercado informal de entradas a los distintos parques en todo el país también tiene su historia.
“El mercado negro” como lo llama el pueblo, no es más que una práctica en la que varias personas compran entradas a eventos, no sólo deportivos, para revenderlas a precios más elevados.
Para hablar de la historia de esa práctica, que a pesar de las críticas e incluso la “vigilancia” de las autoridades, ha crecido tanto que ya es incontrolable, tenemos que trasladarnos al año 1952.
El 28 de abril de ese año, apenas días después de la inauguración del segundo torneo realizado en esta nueva etapa, El Caribe lanzó algunos avances de lo que llamó “mercado negro”.
La información aparecida en las páginas deportivas de ese periódico es la siguiente:
“Se Especula con Entradas al Béisbol”.
“Un mercado negro en la venta de entradas para los juegos de béisbol del campeonato profesional “Pro Elección del General Trujillo”, se ha desarrollado en el transcurso del fin de semana al extremo de que los fanáticos han tenido que pagar en la misma puerta del parque de deportes sumas que alcanzan el triple del valor establecido para las boletas.
“Según se ha informado, en fuentes que merecen entero crédito a este diario, el mercado negro surge cuando la administración del estadium vendió grandes cantidades de entradas a un grupo de personas que inmediatamente se dieron a la tarea de especular con ellas obteniendo pingues beneficios, a costa de los entusiastas del béisbol que en su afán de no perderse los partidos pagan cualquier precio”.
En la ocasión, El Caribe prometió investigar más sobre el caso, sin embargo no fue hasta el 30 de mayo de 1954 cuando publicaron una información contundente titulada así:
Mercado Negro de Entradas al Stadium;
Revendedores cobran $3 más por palco.
“Una gran fuerza ha cobrado alrededor del estadium un grupo que oferta las entradas a un precio superior al normal.
“Una investigación hecha por reporteros de El Caribe demostró que ya el viernes las entradas de un valor nominal de R.D $1 se estaban revendiendo al precio de R.D $1.79. Las entradas a palco con un valor nominal de R.D $ 2 estaban siendo vendidas a un precio que sobrepasa los R.D $5.
“Las investigaciones realizadas por cuenta de este diario permiten llegar a la conclusión de que los responsables del mercado negro, son hasta ahora pequeños negociantes que acaparan entradas con anticipación a los juegos entre Licey y Escogido para venderlas más tarde a precios escandalosos.
“Entre estos acaparadores los hay billeteros, vendedores de botellas y de pescado y no hay que descartar la posibilidad de que también actúen negociantes de mayor monta, quienes utilizarían a aquellos como los revendedores.
“La especulación ha llegado al extremo, que según versión, en los juegos Licey y Escogido, boletas de palco de dos pesos se han vendido a cinco en la misma puerta del play”.
La denuncia de El Caribe causó impacto y el 14 de junio de ese año, el Poder Ejecutivo emitió un decreto que prohibía aumentar el precio de las boletas de entradas establecido por los administradores de estadios para los espectáculos deportivos.
En el mismo decreto se autorizaba a la Dirección General de Deportes recurrir a las autoridades policiales para actuar de inmediato.
Cinco días después de publicarse este decreto fue detenido el ciudadano Anastasio Torres, de 20 años de edad y residente en la calle Barahona número 115, acusado de vender una boleta a sobre precio.
El hecho por el que fue detenido Torres y luego sometido, acusado por el señor Darío Bautista, administrador del Play La Normal Presidente Trujillo, ocurrió el 19 de junio de 1954 cuando el acusado intentó vender a un agente policial la boleta marcada con el número 1533 de “grada sombra” cuyo precio era de 75 centavos, en un peso con 25 centavos.
La boleta figuró anexa al expediente como cuerpo del delito y Anastasio Torres fue encontrado culpable y condenado a pagar una multa de cien pesos, por un jurado que estuvo integrado por el juez doctor José Reyes Santiago que acogió en todas sus partes el dictamen del fiscal José Rijo.
Según el decreto, los encontrados culpables por este delito podían ser condenados con multa de cinco a 100 pesos y el jurado, que fue completado por el también doctor José Ramón Félix Ortega y el alguacil de estrado Bienvenido Barinas, lo condenó al pago de 100.
Este incidente no amilanó a los integrantes del mercado negro, por el contrario, ese sector de la venta informal e ilegal de boletas, fue aumentando y hoy es un poder que nos hace pensar que el señor Anastasio Torres fue sólo un “conejillo de india” sacrificado por las leyes dominicanas.
martes, 10 de agosto de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario