Aunque parezca increíble, en República Dominicana hubo primero agente libre que en el béisbol de Grandes Ligas.
El hecho ocurrió en la primera etapa del béisbol profesional criollo en la temporada de 1954, motivado por las exigencias de dinero de los jugadores importados Willard Brown y Wilmer Fields, de los Leones del Escogido y las Estrellas Orientales, respectivamente.
Brown, un poderoso jugador que reforzó a los Leones en 1951 después de ser disputado entre Leones y Tigres tras ambos tener contratos firmados por este que obligó a los organizadores del torneo a intervenir asignándolo a los rojos, intentó repetir su acción en 1954 pero le salió “el tiro por la culata”.
La acción de Brown fue imitada por su compatriota Wilmer Fields que había reforzado a las Estrellas Orientales el ano anterior y también presionó por más dinero a ese equipo y al no lograr su propósito solicitó ser declarado agente libre.
Ante la presión de ambos jugadores el 21 de junio de 1954 se reunieron el licenciado Manuel Vicente Feliú y el doctor Gilberto Morrillo Soto, presidente y miembro, respectivamente, de la Comisión Nacional de Béisbol y los declararon agentes libres.
Tanto los Leones del Escogido como las Estrellas Orientales protestaron la decisión solicitando la intervención del director General de Deportes mayor Juan I. Vicioso, con el propósito de que ambos peloteros fueran declarados inelegibles en el béisbol dominicano.
Tal como lo solicitaron los clubes, el mayor Vicioso tomó una decisión que fue publicada en la página 10 de El Caribe de fecha 22 de junio de 1954, titulada así “Willard Brown es declarado inelegible” y en el subtítulo “W Fields es agente libre”.
La información decía lo siguiente: Willard Brown es declarado inelegible por cinco años en el béisbol dominicano por el director General de Deportes, mayor Juan I. Vicioso.
“La DGD tomó en consideración, entre otras cosas, que ha sido inmoral la actitud de Brown y por tal razón merece el repudio de las autoridades deportivas.
“El Escogido pidió la in elegibilidad de Brown debido a que no quiso cumplir el contrato firmado, el Licey lo firmó alegando que era agente libre”.
A continuación reproducimos el texto de la resolución de la Dirección General de Deportes (DGD):
“Considerando que el actual campeonato de Basse Ball profesional debe desenvolverse en un grado de moralidad a tono con la ética deportiva que debe imperar en todo torneo o serie”:
“Considerando”: que es tiempo de terminar con la serie de irregularidades que existieron en pasados torneos que implicaban gastos excesivos por la contratación de peloteros e interferencias entre los equipos para la contratación de los jugadores.
“Considerando”: que un pelotero que recibe dinero de más de un equipo y no se reporta a ninguno de ellos, y mucho menos devuelve la suma recibida de ellos, observa una conducta inmoral e impropia de un atleta profesional.
“Considerando: que el pelotero Willard Brown escribió una carta al suscrito expresándole que vendría a jugar con el equipo Licey, cosa que hasta la fecha no ha realizado.
“Considerando: que posteriormente a esa carta el pelotero Willard Brown recibió de The Republic National Bank de Dallas Texas E.U.A. la cantidad de un mil pesos, comprometiéndose a reportarse al equipo Escogido.
“Considerando”: Que ha sido inmoral la actitud del pelotero Willard Brown quien por ello merece el repudio de las autoridades deportivas”:
“Visto: el artículo primero de la ley 463 de fecha 23 de diciembre de 1943:
“Resuelvo: declarar al pelotero Willard Brown de nacionalidad americana, como inelegible para participar en torneos de Basse Ball profesional en la República Dominicana por un período no menor de cinco años a partir de la fecha.
Mayor Juan I. Vicioso
Director General de Deportes
A Brown se le erradicó del béisbol criollo pero nada dijo el mayor Vicioso con relación a Wilmer Fields, dándose como un hecho que fue aceptada la decisión de Feliú y Soto que lo declaró agente libre.
Fields no fue contratado por las Estrellas Orientales, que ese año fueron campeones, ni por nadie, y se marchó a su casa conformándose con entrar a la historia del béisbol profesional dominicano como el primer agente libre.
martes, 10 de agosto de 2010
El mercado negro también tiene su historia
Al igual que los equipos, los estadios y todo lo relacionado con el béisbol, el mercado informal de entradas a los distintos parques en todo el país también tiene su historia.
“El mercado negro” como lo llama el pueblo, no es más que una práctica en la que varias personas compran entradas a eventos, no sólo deportivos, para revenderlas a precios más elevados.
Para hablar de la historia de esa práctica, que a pesar de las críticas e incluso la “vigilancia” de las autoridades, ha crecido tanto que ya es incontrolable, tenemos que trasladarnos al año 1952.
El 28 de abril de ese año, apenas días después de la inauguración del segundo torneo realizado en esta nueva etapa, El Caribe lanzó algunos avances de lo que llamó “mercado negro”.
La información aparecida en las páginas deportivas de ese periódico es la siguiente:
“Se Especula con Entradas al Béisbol”.
“Un mercado negro en la venta de entradas para los juegos de béisbol del campeonato profesional “Pro Elección del General Trujillo”, se ha desarrollado en el transcurso del fin de semana al extremo de que los fanáticos han tenido que pagar en la misma puerta del parque de deportes sumas que alcanzan el triple del valor establecido para las boletas.
“Según se ha informado, en fuentes que merecen entero crédito a este diario, el mercado negro surge cuando la administración del estadium vendió grandes cantidades de entradas a un grupo de personas que inmediatamente se dieron a la tarea de especular con ellas obteniendo pingues beneficios, a costa de los entusiastas del béisbol que en su afán de no perderse los partidos pagan cualquier precio”.
En la ocasión, El Caribe prometió investigar más sobre el caso, sin embargo no fue hasta el 30 de mayo de 1954 cuando publicaron una información contundente titulada así:
Mercado Negro de Entradas al Stadium;
Revendedores cobran $3 más por palco.
“Una gran fuerza ha cobrado alrededor del estadium un grupo que oferta las entradas a un precio superior al normal.
“Una investigación hecha por reporteros de El Caribe demostró que ya el viernes las entradas de un valor nominal de R.D $1 se estaban revendiendo al precio de R.D $1.79. Las entradas a palco con un valor nominal de R.D $ 2 estaban siendo vendidas a un precio que sobrepasa los R.D $5.
“Las investigaciones realizadas por cuenta de este diario permiten llegar a la conclusión de que los responsables del mercado negro, son hasta ahora pequeños negociantes que acaparan entradas con anticipación a los juegos entre Licey y Escogido para venderlas más tarde a precios escandalosos.
“Entre estos acaparadores los hay billeteros, vendedores de botellas y de pescado y no hay que descartar la posibilidad de que también actúen negociantes de mayor monta, quienes utilizarían a aquellos como los revendedores.
“La especulación ha llegado al extremo, que según versión, en los juegos Licey y Escogido, boletas de palco de dos pesos se han vendido a cinco en la misma puerta del play”.
La denuncia de El Caribe causó impacto y el 14 de junio de ese año, el Poder Ejecutivo emitió un decreto que prohibía aumentar el precio de las boletas de entradas establecido por los administradores de estadios para los espectáculos deportivos.
En el mismo decreto se autorizaba a la Dirección General de Deportes recurrir a las autoridades policiales para actuar de inmediato.
Cinco días después de publicarse este decreto fue detenido el ciudadano Anastasio Torres, de 20 años de edad y residente en la calle Barahona número 115, acusado de vender una boleta a sobre precio.
El hecho por el que fue detenido Torres y luego sometido, acusado por el señor Darío Bautista, administrador del Play La Normal Presidente Trujillo, ocurrió el 19 de junio de 1954 cuando el acusado intentó vender a un agente policial la boleta marcada con el número 1533 de “grada sombra” cuyo precio era de 75 centavos, en un peso con 25 centavos.
La boleta figuró anexa al expediente como cuerpo del delito y Anastasio Torres fue encontrado culpable y condenado a pagar una multa de cien pesos, por un jurado que estuvo integrado por el juez doctor José Reyes Santiago que acogió en todas sus partes el dictamen del fiscal José Rijo.
Según el decreto, los encontrados culpables por este delito podían ser condenados con multa de cinco a 100 pesos y el jurado, que fue completado por el también doctor José Ramón Félix Ortega y el alguacil de estrado Bienvenido Barinas, lo condenó al pago de 100.
Este incidente no amilanó a los integrantes del mercado negro, por el contrario, ese sector de la venta informal e ilegal de boletas, fue aumentando y hoy es un poder que nos hace pensar que el señor Anastasio Torres fue sólo un “conejillo de india” sacrificado por las leyes dominicanas.
“El mercado negro” como lo llama el pueblo, no es más que una práctica en la que varias personas compran entradas a eventos, no sólo deportivos, para revenderlas a precios más elevados.
Para hablar de la historia de esa práctica, que a pesar de las críticas e incluso la “vigilancia” de las autoridades, ha crecido tanto que ya es incontrolable, tenemos que trasladarnos al año 1952.
El 28 de abril de ese año, apenas días después de la inauguración del segundo torneo realizado en esta nueva etapa, El Caribe lanzó algunos avances de lo que llamó “mercado negro”.
La información aparecida en las páginas deportivas de ese periódico es la siguiente:
“Se Especula con Entradas al Béisbol”.
“Un mercado negro en la venta de entradas para los juegos de béisbol del campeonato profesional “Pro Elección del General Trujillo”, se ha desarrollado en el transcurso del fin de semana al extremo de que los fanáticos han tenido que pagar en la misma puerta del parque de deportes sumas que alcanzan el triple del valor establecido para las boletas.
“Según se ha informado, en fuentes que merecen entero crédito a este diario, el mercado negro surge cuando la administración del estadium vendió grandes cantidades de entradas a un grupo de personas que inmediatamente se dieron a la tarea de especular con ellas obteniendo pingues beneficios, a costa de los entusiastas del béisbol que en su afán de no perderse los partidos pagan cualquier precio”.
En la ocasión, El Caribe prometió investigar más sobre el caso, sin embargo no fue hasta el 30 de mayo de 1954 cuando publicaron una información contundente titulada así:
Mercado Negro de Entradas al Stadium;
Revendedores cobran $3 más por palco.
“Una gran fuerza ha cobrado alrededor del estadium un grupo que oferta las entradas a un precio superior al normal.
“Una investigación hecha por reporteros de El Caribe demostró que ya el viernes las entradas de un valor nominal de R.D $1 se estaban revendiendo al precio de R.D $1.79. Las entradas a palco con un valor nominal de R.D $ 2 estaban siendo vendidas a un precio que sobrepasa los R.D $5.
“Las investigaciones realizadas por cuenta de este diario permiten llegar a la conclusión de que los responsables del mercado negro, son hasta ahora pequeños negociantes que acaparan entradas con anticipación a los juegos entre Licey y Escogido para venderlas más tarde a precios escandalosos.
“Entre estos acaparadores los hay billeteros, vendedores de botellas y de pescado y no hay que descartar la posibilidad de que también actúen negociantes de mayor monta, quienes utilizarían a aquellos como los revendedores.
“La especulación ha llegado al extremo, que según versión, en los juegos Licey y Escogido, boletas de palco de dos pesos se han vendido a cinco en la misma puerta del play”.
La denuncia de El Caribe causó impacto y el 14 de junio de ese año, el Poder Ejecutivo emitió un decreto que prohibía aumentar el precio de las boletas de entradas establecido por los administradores de estadios para los espectáculos deportivos.
En el mismo decreto se autorizaba a la Dirección General de Deportes recurrir a las autoridades policiales para actuar de inmediato.
Cinco días después de publicarse este decreto fue detenido el ciudadano Anastasio Torres, de 20 años de edad y residente en la calle Barahona número 115, acusado de vender una boleta a sobre precio.
El hecho por el que fue detenido Torres y luego sometido, acusado por el señor Darío Bautista, administrador del Play La Normal Presidente Trujillo, ocurrió el 19 de junio de 1954 cuando el acusado intentó vender a un agente policial la boleta marcada con el número 1533 de “grada sombra” cuyo precio era de 75 centavos, en un peso con 25 centavos.
La boleta figuró anexa al expediente como cuerpo del delito y Anastasio Torres fue encontrado culpable y condenado a pagar una multa de cien pesos, por un jurado que estuvo integrado por el juez doctor José Reyes Santiago que acogió en todas sus partes el dictamen del fiscal José Rijo.
Según el decreto, los encontrados culpables por este delito podían ser condenados con multa de cinco a 100 pesos y el jurado, que fue completado por el también doctor José Ramón Félix Ortega y el alguacil de estrado Bienvenido Barinas, lo condenó al pago de 100.
Este incidente no amilanó a los integrantes del mercado negro, por el contrario, ese sector de la venta informal e ilegal de boletas, fue aumentando y hoy es un poder que nos hace pensar que el señor Anastasio Torres fue sólo un “conejillo de india” sacrificado por las leyes dominicanas.
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